Opinión

La Leyenda de la Princessa Zabel: Amor, Aventura y Libertad en las Tierras de Armenia y Venecia

¡Bienvenidos a un viaje a través del tiempo y la imaginación!

Yo he creado una leyenda, inspirándome en las páginas olvidadas de la historia del Reino Cilicia de Armenia, especialmente en la época de la Princessa Zabel, hija del Rey Hetum I. Esta historia trasciende las barreras del tiempo para conectar con la filosofía de nuestra marca de alta perfumería y home ritual, Kiliquia.

Adéntrate en un relato donde el amor, la aventura y la búsqueda de la libertad se entrelazan en una trama tan cautivadora como evocadora. Desde las tierras de Armenia hasta la mágica Venecia, acompaña a la valiente Princessa Zabel en su viaje hacia un destino lleno de misterio y significado.

Prepárate para sumergirte en un universo donde los aromas y las sensaciones se entrelazan, donde la belleza y el coraje se fusionan para crear una experiencia única e inolvidable. ¡Bienvenidos a la leyenda de Kiliquia, donde la historia se convierte en perfume y el perfume en historia!

La Leyenda de la Princessa Zabel: Amor, Aventura y Libertad en las Tierras de Armenia y Venecia

Leyendas de Kiliquia: El Encantador Relato de la Princesa Zabel

En los albores del siglo XIII, en las tierras de Armenia, bajo el resplandor del Reino Cilicia, la historia de la hermosa Princessa Zabel empezó a tejerse con hilos de belleza y pasión. Zabel, la hija del respetado Rey Hetum I y de su esposa, la Reyna Isabella, quien a su vez, descendía de la ilustre dinastía de León II, se alzaba como la benjamina de la familia real.

Desde su nacimiento, Zabel irradiaba una belleza que eclipsaba todo a su alrededor. Sus ojos, como dos joyas preciosas, reflejaban la herencia de su estirpe real, mientras su cabello dorado ondeaba como los campos de trigo al viento. La princesa, rodeada por ocho hermanos mayores, destacaba como una rosa en pleno jardín de amor y virtud. Entre ellos, su hermana famosa Princessa Fimi, una fuente de inspiración y fortaleza.

En el distinguido mercado de Ani, la noble principessa Zabel, designada por su padre, el rey Hetum I de Cilicia, para presidir la feria anual de uva en celebración de sus dulces dieciséis años, vivió un encuentro fortuito con el joven Aram. Fue un enamoramiento a primera vista, un sentimiento que floreció inesperadamente en el corazón de Zabel al cruzar sus miradas con el laborioso trabajador del barco comercial que surcaba las aguas entre el Reino de Cilicia y Venecia. Aram, un incansable trabajador en ese barco, compartió apasionadamente las maravillas de Venecia: sus carnavales, fiestas y ferias. La Ciudad de los Canales, en esa época, era el epicentro del mundo, rebosante de arte y riquezas. Zabel y Aram se encontraban ocasionalmente en el mercado, donde Aram tejía historias fascinantes de la Ciudad de los Canales. Cada encuentro no solo profundizaba el vínculo entre ellos, sino que también fortalecía el amor creciente entre la noble Zabel y el apasionado Aram. Sin embargo, el destino, con su intrincada urdimbre de hilos, trazaba un porvenir más desafiante para los enamorados, que ahora se enfrentaban a las complejidades de un amor nacido en dos mundos diferentes.

Enamorada de las historias de Aram, Zabel encontraba consuelo compartiendo sus secretos y los relatos del joven marinero solo con su hermana mayor, la impresionante Princessa Fimi. A pesar de la creciente intensidad de su amor, Zabel sabía que su destino distaba mucho de ser un cuento de hadas. Fimi, siendo un símbolo de belleza y fortaleza, comprendía la magnitud de las responsabilidades que pesaban sobre los hombros de cada príncipe y princesa, y aconsejaba a Zabel que olvidara a Aram y sus sueños de Venecia. Sin embargo, el anhelo de Zabel por cada encuentro con Aram y su visión de un mundo más allá de las murallas del Reino Cilicia seguían ardiendo en su corazón.

Pasando el tiempo, un día, el Rey Hetum I de Armenia declaró que su hija menor, la princessa Zabel, debería casarse con uno de los príncipes del Imperio Bizantino. Zabel, desafiando a su padre por primera vez en su vida, se negó rotundamente. Expresó con determinación que no deseaba conocer ni casarse con el príncipe desconocido, sino que anhelaba servir en un barco mercante, explorar y descubrir un mundo nuevo. El Rey, enfurecido por la rebeldía de su hija, la condenó a la fría y solitaria torre del castillo como castigo por desafiar las tradiciones y expectativas reales.

En su prisión, Zabel clamó que no quería a nadie más que a Aram. Con los ojos llenos de sueños de un futuro de aventuras, viajes y descubrimientos junto a Aram, desesperada, suplicó a su padre que la dejara ser feliz. Sin embargo, el Rey Hetum I ordenó que capturaran y posteriormente expulsaran a Aram. La historia no guarda registros de lo que ocurrió con el joven marinero, y en el reino, su nombre se desvaneció en la niebla del tiempo.

En una fría noche de otoño del 1269, bajo la luminiscencia de una luna llena, a la medianoche, Zabel, con la valiente ayuda de su hermana Fimi y los leales compañeros marineros de Aram, urdió una fuga audaz. A bordo del barco mercante que navegaba entre Cilicia y Venecia, con el corazón rebosante de esperanza, se encaminó hacia el destino que tanto anhelaba: Venecia.

Y así, se cierra el capítulo documentado de la Princessa Zabel, dando inicio a su leyenda...

El invierno pasó, y en el año 1270, en Cilicia, el Rey Haitón I falleció. Después de estos acontecimientos, en la mágica ciudad de Venecia, un cura armenio, de visita en la farmacia de su viejo amigo veneziano, hizo un descubrimiento inesperado. Entre sus remedios y elixires, halló a una talentosa farmaceuta armenia llamada Sabelia. Esta enigmática mujer, con su saber ancestral, creaba aceites corporales, medicamentos naturales y aguas perfumadas.

Lo que nadie sospechaba era que Sabelia era la mismísima Princessa Zabel de Armenia. Había tejido una nueva vida en la encantadora Venecia, donde formó una familia y dio a luz a cuatro hijos, siendo el primogénito un joven llamado Aram, en honor al amor que nunca había olvidado. En la lejana Venecia, Sabelia encontró su propia belleza, su propia riqueza y su destino, alejada de las fronteras de su antiguo reino en Cilicia. Su historia se convirtió en una leyenda perdurable, un testimonio de amor, coraje y la búsqueda incansable de la libertad.